Terror en el arte
Cuadros embrujados 1
En esta primera entrada hablaremos de las pinturas mas aterradoras de la historia, y no solo por su aspecto si no tambie por su historia ya que muchas encierran grandes secretos inclusive le han arrebatado la vida a las personas que se han atravido a colgar estos cuadros en las paredes de sus casas.
Esta serie de cuadros no necesita presentación, son tambien conocidos como "Los cuadros de los niños llorones", estamos hablando de una serie de 27 cuadros que pintó el artista Bruno Amadio, quien después de vivir la guerra en carne propia decidió retratar a estos niños, los cuales no solo tienen lagrimas en los ojos, tal parece que compartieran su desgracia con las personas que se atreven a usar estas imágenes para decorar las habitaciones de sus hogares.
Tal parece que los "niños llorones" no quieren ser los unicos testigos del infierno de la guerra y por esta razón buscan quien los acompañe a tal. mucho se habla de que su autor, hizo un pacto con el diablo para lograr fama y fortuna, pero las cosas no salieron nada bien ya que estos cuadros son causantes de la muerte de varias personas que solo deseaban decorar sus espacios.
En el Hotel Gálvez en Galveston, se ubica una de las obras famosas entre los creyentes de lo paranormal, el retrato de Bernardo de Gálvez, ya que se cree está embrujado, ya que a huéspedes y trabajadores han declarado sentir que la mirada de dicho retrato los sigue en su recorrido por el pasillo en dice se encuentra, otros aseguran sentir como baja la temperatura del lugar, otros escuchan sonidos extraños o simplemente aseguran que al cuadro no se le puede tomar fotografía alguna sin antes pedírselo al retrato de Gálvez; de no hacerlo las fotografías salen borrosas, con siluetas macabras, oscuras, con rayos de luz que cubren al cuadro o cosas que no permiten ver la obra.
La reputación embrujada de este retrato naturalmente representa una atracción para los turistas que intentan tomar una foto del cuadro. Sin embargo, parece que los invitados no pueden obtener una imagen clara a menos que soliciten el permiso a Bernardo. Algunos relatos dan cuenta de cómo las imágenes que se toman sin el permiso del fantasma de Gálvez – que embruja al cuadro, según la leyenda – terminan arruinadas con imágenes extrañas de neblina, luces, rayas e incluso figuras fantasmagóricas.
También conocido como el íncubo, está obra de Johann Heinrich füssli hace alusión a una leyenda urbana nórdica de la "vieja bruja" ( cuando se te sube el muerto en México) de ese sentir que despiertas en la noche pero no puedes moverte por alguna extraña razón, como si alguien o algo estuviera sometiéndote a tu cama, "parálisis del sueño", se cree que el autor de esta obra es muy probable que sufriera de este mal y que en su pintura lo haya interpretado, otra leyenda que roba a este fresco es que, en realidad el autor haya pintado como musa erótica a la sobrina de su amigo, de la cual estaba completamente enamorado, pero que por alguna extraña situación no podía decirlo o expresarlo, y una noche en un sueño se le apareció el diablo el cual le dijo que su amor era imposible y que la mujer que amaba le pertenecía y que él nunca podría tenerla; al despertar Johann plasmó su sueño al lienzo y antes de poder dar a conocer esta obra si amada habría fallecido de causas desconocidas, viviendo si sueño y su pintura una revelación.
Pero va un poco más lejos, porque esa incursión en las tablas del escenario tiene unas ciertas dosis de espeluznante realidad. Ese íncubo cabalgando sobre una joven que es imposible saber si tan solo duerme de forma desinhibida o acaso goza porque, aunque aparezca vestida, el íncubo está haciendo de las suyas. Porque el caballo que aparece en escena no es un capricho del autor, como si quisiera preludiar a un malagueño representando en 1937 un bombardeo, no. El caballo, no es otro que Nachtmahr, el caballo de Mefistófeles, que dicen que se dejaba ver cuando el íncubo llevaba a cabo su malévola misión. Por cierto que el malévolo Füssli no se cortó un pelo, dicen, y retrató en la dama "afectada por las incursiones fálicas del íncubo" (por decirlo finamente) a una moza llamada Anna Landolt, sobrina de su mejor amigo (Johann Lavater), por la que estaba totalmente colado, pero que lo había rechazado para casarse con otro.